Vestido de transeúnte echo andar,
caminando por la acera del destino,
tras un mundo que conquistar.
Sin miedo y con coraje, se dio a trabajar,
su bandera ondulada al viento y el corazón en paz,
Y en las entrañas, el beso de la madre que le dio al partir al más allá.
Fuego fuego ardiente el de la aspiración, mientras no se vista de codicia ni cabalgue el potro desbocado de la ambición.
A su paso, no todas las conquistas son triunfo ni todas las derrotas fracasos,
unas son dulces como el beso de la amada y otras amargas.
En su transitar, besos fugaces, besos entrañables, algunos quedan otros se van.
Amores para amar y otros para llorar,
todos se han de recordar.
Andando por la acera el tiempo lo acompañó, sin que lo lograra notar,
mas ahora su presencia le ha de mostrar,
surcos en la piel, y escarchas en la sien.
Los mundos conquistados efímeros fueron,
tan solo quedaron mudos y guardados los amores del pasado

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